Exposición a temperaturas extremas

Ola de calor

Hablamos de ola de calor cuando se produce un aumento significativo de temperaturas que puede afectar a los mecanismos de regulación de la temperatura corporal y provocar consecuencias graves para la salud de la población. Es conocido el aumento de la mortalidad relacionado con las olas de calor, en especial entre los colectivos más sensibles a sus efectos. La Comunidad de Madrid tiene implantado desde hace varios años el Plan de Vigilancia y Control de los Efectos de las Olas de Calor que informa diariamente de la temperatura prevista para ese día y los cuatro siguientes y, en su caso, sobre el riesgo si se superan los umbrales de temperatura establecidos. Este Plan se activa el 1 de junio manteniéndose operativo hasta el 15 de septiembre y su objetivo general es disminuir la mortalidad y la morbilidad asociada a estos episodios de temperaturas extremas.   Efectos sobre la salud El ser humano dispone de distintos mecanismos para regular la temperatura corporal, y todos ellos configuran su termorregulación. Cuando se alcanzan temperaturas extremas (tanto por frío como por calor) esta termorregulación se ve superada y deja  de actuar de manera adecuada, lo que supone un riesgo para la salud de los individuos. La gravedad de los trastornos producidos por el calor va desde los leves e inapreciables, como los calambres, hasta la forma más grave que se presenta como golpe de calor.   Los síntomas relacionados son: 

1. Calambres: contracciones dolorosas de los músculos del abdomen y de las extremidades debido a la pérdida de sales minerales y electrolitos.
2. Edema: hinchazón en los tobillos y los pies.
3. Decaimiento, agotamiento: sed intensa, mareos, náuseas, cansancio, hipotensión, irritabilidad, etc. debido a la pérdida de líquidos y electrolitos por el sudor excesivo.
4. Síncope: mareo repentino que puede sufrir una persona sometida a un calor más o menos extremo.
5. Golpe de calor o shock térmico: Es el aumento de la temperatura del cuerpo por una exposición prolongada al sol (insolación clásica) o por hacer ejercicios en ambientes calurosos o con poca ventilación, hasta el extremo que el cuerpo pierde agua y sales esenciales para su buen funcionamiento. En estas situaciones el cuerpo tiene dificultades para regular su temperatura por los mecanismos habituales de termorregulación, por lo que se produce un aumento de la temperatura corporal. El golpe de calor puede presentarse en el momento o después de varios días de altas temperaturas. Constituye una urgencia médica extrema, ya que es de aparición muy rápida (1 a 6 horas) y su evolución puede ser fatal, pudiendo ocasionar la muerte en menos de 24 horas si no se trata rápidamente.

  Es importante estar alerta ante los siguientes síntomas:

1. Sed intensa y sequedad de boca
2. Temperatura corporal elevada
3. Enrojecimiento de la piel
4. Dolor de cabeza (sensación de latido u opresión)
5. Mareos, pérdida de conciencia
6. Agotamiento, cansancio, debilidad
7. Vértigo
8. Dolores de estómago, falta de apetito, náuseas, vómitos
9. Estado de confusión, desorientación, delirio, convulsiones e incluso coma

Ante un posible golpe de calor debemos actuar rápidamente; tumbar a la persona y levantarle las extremidades, poco a poco. Si es posible, aportaremos hidratación y colocaremos compresas frescas en la piel para rebajar la temperatura. De manera inmediata llamaremos al servicio médico de urgencia.   Grupos de riesgo Los grupos de población que debemos tener especialmente vigilados en situaciones de calor extremo son los ancianos, las personas con una afección crónica que requieran la toma de medicamentos, las personas dependientes, los lactantes y los niños. Especial atención debe proporcionarse a los Mayores de 80 años:

1. Que viven solos o con escaso apoyo familiar
2. Dependientes para los cuidados básicos
3. Con demencia o problemas cognitivos
4. Con vivienda de mala calidad de edificación en edificios altos sin aire acondicionado
5. Enfermos o inválidos graves. Debe tenerse en cuenta que los ancianos tienen reducida la capacidad de sentir sed.

Los niños son extremadamente sensibles a las altas temperaturas, sobre todo los menores de 1 año. Personas que padecen diferentes patologías: enfermedades cardiovasculares (insuficiencia cardiaca, enfermedad cerebro-vascular, etc.), pacientes con patologías endocrinas (diabetes, hipertiroidismo, insuficiencia suprarrenal), enfermedad pulmonar obstructiva crónica, insuficiencia renal, pacientes dializados, enfermedad de Parkinson o patología similares, enfermedades psiquiátricas, etc. Pacientes que toman determinados medicamentos: Fármacos con efecto anticolinérgico: antidepresivos, neurolépticos, antihistamínicos; diuréticos;  antiinflamatorios no esteroideos (AINE);  betabloqueantes;  antiepilépticos;  antibióticos como las sulfamidas,  etc. Individuos en determinadas situaciones: Personas con un consumo importante de alcohol. Pacientes con exceso de peso o peso excesivamente bajo. Trabajadores, deportistas o personas que pasan varias horas en exteriores en hábitat muy calurosos, sobre todo si hacen esfuerzos importantes  Personas que hayan tenido patologías previas derivadas del calor.   Recomendaciones:

1. Beber agua y otros líquidos (zumos de frutas, refrescos o bebidas isotónicas) con frecuencia, aunque no se tenga sed (al menos 2 litros diarios).
2. No abusar de bebidas con cafeína (café, té, colas…) porque aumentan la eliminación de líquidos, ni de bebidas muy azucaradas porque producen más sed.
3. Evitar la ingesta de alcohol, ya que altera la capacidad de respuesta al calor y favorece la deshidratación.
4. Tomar comidas ligeras (gazpachos y ensaladas frías) y aumentar el consumo de frutas y verduras para recuperar las sales minerales perdidas con la sudoración, evitando comidas copiosas, calientes y de digestión lenta.